domingo, 16 de agosto de 2015

¿Es excesivo el gasto estatal?

Para Inflación_Verdadera la inflación anual a finales de mayo se ubicaba en 26,845%. No se han publicado los datos de cierre de mayo ni los siguientes.
La Inflación Congreso asciende al 1,92% mensual y el 27,15 % anual (ver).
Mientras que la variación del IPCNU (INDEC) es de 1,3% mensual y de 14,8% anual.
Por su parte, el IPCDR aumentó en 1,517% mensual, alcanzando un 17,629% anual. Los mayores aumentos entre jul-14 y jul-15 los he registrado en Verdulería (110,15%), Almacén (sin alimentos) (100,16%) y Accesorios del hogar (70,81%).
A continuación muestro las series comparadas desde dic-12. Se observa cómo a partir de mayo de 2013 el IPCDR se despega de la estimación oficial y se acerca a las alternativas, luego en el corriente año no se despega mucho del dato del INDEC. Queda claro el golpe inflacionario que significó la importante devaluación de enero de 2014, puesto que todas las estimaciones dan un salto a valores más elevados. Y también la relativa tranquilidad actual, ya que las estimaciones calculan un freno en el crecimiento de los precios, aunque en niveles superiores a los previos a 2014.

En cuanto a la canasta básica de alimentos (CBA), la medición propia muestra un incremento de 13,91% respecto a julio del año anterior. La CBA de un adulto (representativo) ascendió a $855,72 por lo que aumentó en 3,48% en el último mes, es decir que una familia compuesta por un matrimonio “tradicional” y dos hijos necesitó $2644,16 en julio pasado para no ser indigente ($21,32 por día por persona). A su vez, como el INDEC dejó de publicar la CBA, si la CBA oficial hubiese aumentado al ritmo del rubro alimentos, comunicado en el IPCNU, el nivel que debiera informar el organismo oficial sería de $323,48. Es decir que una familia tipo habría necesitado $999,54 ($8,06 por día por persona). Para las estimaciones del Defensor del Pueblo de Córdoba la CBA ascendió a $1061,01 por lo que aumentó respecto al mes anterior en 0,95%, totalizando un incremento anual del 16,66% (Azul: CBADR, Rojo: INDEC, Verde: Defensor del Pueblo de Córdoba).

Los mayores aumentos anuales los he registrado en los rubros Té (102%) Hortalizas (93%) y Dulces (91%). A continuación, las variaciones interanuales.

Meses atrás, un economista argentino con mucha presencia mediática, al bloquearme en su cuenta de Twitter luego de mi respuesta, me negó la posibilidad del debate acerca de la importancia del gasto público en su función de dirigir el crecimiento económico (twit). Como en este blog intento difundir otras ideas que escapan al autoritarismo de la economía neoclásica, me pareció bien presentar un esbozo de la idea poskeynesiana de la demanda efectiva, apuntando al papel del gasto público en el crecimiento de la economía.
En los siguientes párrafos seguiré las notas de un mini seminario de economía poskeynesiana que coordiné en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba, en el que, además de la riqueza de quienes participaron, me sirvió de mucho el aporte del trabajo de Fabian Amico, Alejandro Fiorito y Guillermo Hang, que pueden ver aquí.
Básicamente el principio de la demanda efectiva nos dice que la producción, y el crecimiento de la economía, se ajustan y son dirigidos por la demanda. Aún en el largo plazo. En un modelo simple tomado de Lavoie (2005) el producto nacional (Y) puede ser contemplado desde las rentas (salarios de los trabajadores, beneficios de los capitalistas e impuestos del gobierno) o desde las ventas (consumo privado, inversión que es consumo de las empresas y gasto público que es consumo del gobierno):

                               Y = Salarios + Beneficios + Impuestos = Consumo + Inversión + Gasto

El consumo puede separarse en compra de bienes de consumo de los trabajadores (CS) y compra de bienes de consumo de los capitalistas (CB):

                               Salarios + Beneficios + Impuestos = CB + CS + Inversión + Gasto

Como, siguiendo a Kalecki, los trabajadores gastan todo su ingreso: Salarios = CS

Simplificando y despejando los beneficios nos queda:

                               Beneficios = CB + Inversión + DF

Donde DF es el déficit fiscal que surge de restarle los impuestos al gasto público (DF = Gasto – Impuestos).
En el pensamiento neoclásico se afirma que toda expansión del gasto público provoca déficit presupuestario que succiona recursos que podrían ser utilizados en las inversiones del sector privado, a través del aumento de las tasas de interés (Crowding-out). En el análisis poskeynesiano esto no sucede porque las tasas de interés dependen de la tasa de referencia fijada por el banco central, además la ecuación anterior muestra que los déficits públicos tienen un impacto favorable para las empresas.

¿Por qué no entonces incrementar el déficit público indefinidamente? Es que, si bien la demanda motoriza a la oferta (ley de Say a la inversa), hay que tener en cuenta que el crecimiento de la oferta y la producción no es instantáneo, tiene su ritmo. Por otro lado, la administración de la deuda impone sus restricciones, más si es tomada en moneda extranjera. Cabe destacar también, la importancia que en la tradición keynesiana se le da al papel de la inversión y su comportamiento en la dinámica de la economía.

Pero, ¿un crecimiento con esta dinámica no es inflacionario? Para la economía neoclásica una demanda que ejerce constante presión sobre la oferta genera inflación. Estos economistas nos dicen que de tanto darle a la maquinita de hacer billetes el banco central y aumentar el gasto el gobierno, es lógico tener inflación. En cambio, en el marco poskeynesiano, la economía siempre se encuentra subocupada. Es decir que siempre hay margen para que la demanda crezca sin producir un efecto inflacionario.

¿Por qué? ¿Cómo es esto? Las empresas tienen una capacidad de producción en un determinado período de tiempo, si lo que tienen que producir para satisfacer la demanda es menor a esa capacidad, entonces su capacidad se encuentra subutilizada. Esto es medido por lo que se conoce como “Utilización de la Capacidad Instalada” (UCI) y publicado por el INDEC para cada ramo industrial. Así entonces se puede distinguir el producto potencial de la economía, que sería aquél que las empresas pueden lograr trabajando con su capacidad plena; y el producto real de la economía que es el que efectivamente se da y es impulsado por la demanda. Como las industrias nunca trabajan a plena capacidad, el producto real siempre es inferior al producto potencial y no hay lugar a las presiones inflacionarias por este medio.

¿Cómo podemos saber si realmente la demanda empuja a la oferta? Un indicio se puede encontrar en el comportamiento de los productos potencial y real. Si el producto potencial sigue el comportamiento del producto real, entonces quiere decir que la oferta sigue a la demanda (ley de Say a la inversa). A continuación muestro un análisis similar al de Amico, Fiorito y Hang:



Se observa cómo el crecimiento del producto potencial (rojo) es empujado por el crecimiento del producto real (azul). Podríamos entonces darle algo de crédito a la postura poskeynesiana antes presentada. Aunque la discusión seguramente no terminaría aquí.

Mi intención es abrir más el debate en pos de construir una ciencia más plural, no es decir que la verdad está en este modelo simple poskeynesiano. Podríamos seguir sumando más elementos y otras visiones para discutir los alcances de la política fiscal, criticar la teoría del acelerador y otras posiciones poskeynesianas. Pero nunca caer en el sesgo autoritario propio de cualquier ortodoxia.

Referencias:
Lavoie, M. (2005) La economía postkeynesiana. Icaria. Barcelona.

Datos personales

Córdoba, Argentina
Licenciado en Economía. Desempeño tareas de docencia, extensión e investigación en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba