La Inflación Congreso asciende al 1,92% mensual y el 27,15 % anual (ver).
Mientras que la variación del IPCNU (INDEC) es de 1,3% mensual y de 14,8% anual.
Por su parte, el IPCDR aumentó en 1,517% mensual, alcanzando un 17,629% anual. Los mayores aumentos
entre jul-14 y jul-15 los he registrado en Verdulería (110,15%), Almacén (sin
alimentos) (100,16%) y Accesorios del hogar (70,81%).
A continuación muestro las series comparadas desde dic-12. Se observa cómo
a partir de mayo de 2013 el IPCDR se despega de la estimación oficial y se
acerca a las alternativas, luego en el corriente año no se despega mucho del
dato del INDEC. Queda claro el golpe inflacionario que significó la importante
devaluación de enero de 2014, puesto que todas las estimaciones dan un salto a
valores más elevados. Y también la relativa tranquilidad actual, ya que las
estimaciones calculan un freno en el crecimiento de los precios, aunque en
niveles superiores a los previos a 2014.
En cuanto a la canasta básica de alimentos (CBA), la medición propia
muestra un incremento de 13,91% respecto a julio del año anterior. La CBA de un
adulto (representativo) ascendió a $855,72
por lo que aumentó en 3,48% en el último mes, es decir que una familia
compuesta por un matrimonio “tradicional” y dos hijos necesitó $2644,16 en julio pasado para no ser
indigente ($21,32 por día por persona). A su vez, como el INDEC dejó de
publicar la CBA, si la CBA oficial hubiese aumentado al ritmo del rubro
alimentos, comunicado en el IPCNU, el nivel que debiera informar el organismo
oficial sería de $323,48. Es decir
que una familia tipo habría necesitado $999,54
($8,06 por día por persona). Para las estimaciones del Defensor del Pueblo de
Córdoba la CBA ascendió a $1061,01 por
lo que aumentó respecto al mes anterior en 0,95%, totalizando un incremento
anual del 16,66% (Azul: CBADR, Rojo: INDEC, Verde: Defensor del Pueblo de
Córdoba).
Los mayores aumentos anuales los he registrado en los rubros Té (102%) Hortalizas
(93%) y Dulces (91%). A continuación, las variaciones interanuales.
Meses atrás, un economista argentino con mucha presencia mediática, al
bloquearme en su cuenta de Twitter luego de mi respuesta, me negó la
posibilidad del debate acerca de la importancia del gasto público en su función
de dirigir el crecimiento económico (twit). Como en este blog
intento difundir otras ideas que escapan al autoritarismo de la economía
neoclásica, me pareció bien presentar un esbozo de la idea poskeynesiana de la
demanda efectiva, apuntando al papel del gasto público en el crecimiento de la
economía.
En los
siguientes párrafos seguiré las notas de un mini seminario de economía
poskeynesiana que coordiné en la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad Nacional de Córdoba, en el que, además de la riqueza de quienes
participaron, me sirvió de mucho el aporte del trabajo de Fabian Amico,
Alejandro Fiorito y Guillermo Hang, que pueden ver aquí.
Básicamente el principio de la demanda efectiva nos dice que la
producción, y el crecimiento de la economía, se ajustan y son dirigidos por la
demanda. Aún en el largo plazo. En un modelo simple tomado de Lavoie (2005) el
producto nacional (Y) puede ser contemplado desde las rentas (salarios de los
trabajadores, beneficios de los capitalistas e impuestos del gobierno) o desde
las ventas (consumo privado, inversión que es consumo de las empresas y gasto
público que es consumo del gobierno):
Y = Salarios
+ Beneficios + Impuestos = Consumo + Inversión + Gasto
El consumo puede separarse en compra de bienes de consumo de los
trabajadores (CS) y compra de bienes de consumo de los capitalistas
(CB):
Salarios
+ Beneficios + Impuestos = CB + CS + Inversión + Gasto
Como, siguiendo a Kalecki, los trabajadores gastan todo su ingreso: Salarios
= CS
Simplificando y despejando los beneficios nos queda:
Beneficios
= CB + Inversión + DF
Donde DF es el déficit fiscal que surge de restarle los
impuestos al gasto público (DF = Gasto – Impuestos).
En el pensamiento neoclásico se afirma que toda expansión
del gasto público provoca déficit presupuestario que succiona recursos que
podrían ser utilizados en las inversiones del sector privado, a través del
aumento de las tasas de interés (Crowding-out).
En el análisis poskeynesiano esto no sucede porque las tasas de interés
dependen de la tasa de referencia fijada por el banco central, además la
ecuación anterior muestra que los déficits públicos tienen un impacto favorable
para las empresas.
¿Por qué no entonces incrementar el déficit público indefinidamente? Es
que, si bien la demanda motoriza a la oferta (ley de Say a la inversa), hay que
tener en cuenta que el crecimiento de la oferta y la producción no es
instantáneo, tiene su ritmo. Por otro lado, la administración de la deuda
impone sus restricciones, más si es tomada en moneda extranjera. Cabe destacar también,
la importancia que en la tradición keynesiana se le da al papel de la inversión
y su comportamiento en la dinámica de la economía.
Pero, ¿un crecimiento con esta dinámica no es inflacionario? Para la
economía neoclásica una demanda que ejerce constante presión sobre la oferta
genera inflación. Estos economistas nos dicen que de tanto darle a la maquinita
de hacer billetes el banco central y aumentar el gasto el gobierno, es lógico
tener inflación. En cambio, en el marco poskeynesiano, la economía siempre se
encuentra subocupada. Es decir que siempre hay margen para que la demanda
crezca sin producir un efecto inflacionario.
¿Por qué? ¿Cómo es esto? Las empresas tienen una capacidad de producción
en un determinado período de tiempo, si lo que tienen que producir para
satisfacer la demanda es menor a esa capacidad, entonces su capacidad se
encuentra subutilizada. Esto es medido por lo que se conoce como “Utilización
de la Capacidad Instalada” (UCI) y publicado por el INDEC para cada ramo
industrial. Así entonces se puede distinguir el producto potencial de la
economía, que sería aquél que las empresas pueden lograr trabajando con su
capacidad plena; y el producto real de la economía que es el que efectivamente
se da y es impulsado por la demanda. Como las industrias nunca trabajan a plena
capacidad, el producto real siempre es inferior al producto potencial y no hay
lugar a las presiones inflacionarias por este medio.
¿Cómo podemos saber si realmente la demanda empuja a la oferta? Un
indicio se puede encontrar en el comportamiento de los productos potencial y
real. Si el producto potencial sigue el comportamiento del producto real,
entonces quiere decir que la oferta sigue a la demanda (ley de Say a la
inversa). A continuación muestro un análisis similar al de Amico, Fiorito y
Hang:
Se observa cómo el crecimiento del producto potencial (rojo) es empujado por el
crecimiento del producto real (azul). Podríamos entonces darle algo de crédito a la
postura poskeynesiana antes presentada. Aunque la discusión seguramente no terminaría aquí.
Mi intención es abrir más el debate en pos de construir una ciencia más
plural, no es decir que la verdad está en este modelo simple poskeynesiano. Podríamos
seguir sumando más elementos y otras visiones para discutir los alcances de la
política fiscal, criticar la teoría del acelerador y otras posiciones poskeynesianas.
Pero nunca caer en el sesgo autoritario propio de cualquier ortodoxia.
Referencias:
Lavoie,
M. (2005) La economía postkeynesiana.
Icaria. Barcelona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario