Mientras que la variación del IPCNU (INDEC) es de 1,2% mensual y de 14,7% anual.
Por su parte, el IPCDR aumentó en 1,284% mensual, alcanzando un 17,965% anual. Los mayores aumentos
entre ago-14 y ago-15 los he registrado en Fiambrería (151,22%), Almacén (sin
alimentos) (100,16%) y Verdulería (90,81%).
A continuación muestro las series comparadas desde dic-12. Se observa cómo
a partir de mayo de 2013 el IPCDR se despega de la estimación oficial y se
acerca a las alternativas, luego en el corriente año no se despega mucho del
dato del INDEC. Queda claro el golpe inflacionario que significó la importante
devaluación de enero de 2014, puesto que todas las estimaciones dan un salto a
valores más elevados. Y también la relativa tranquilidad actual, ya que las
estimaciones calculan un freno en el crecimiento de los precios, aunque en
niveles superiores a los previos a 2014.
En cuanto a la canasta básica de alimentos (CBA), la medición propia
muestra un incremento de 21,58% respecto a agosto del año anterior. La CBA de
un adulto (representativo) ascendió a $844,76
por lo que cayó en -1,28% en el último mes, es decir que una familia compuesta
por un matrimonio “tradicional” y dos hijos necesitó $2610,31 en agosto pasado para no ser indigente ($21,05 por día por
persona). A su vez, como el INDEC dejó de publicar la CBA, si la CBA oficial
hubiese aumentado al ritmo del rubro alimentos, comunicado en el IPCNU, el
nivel que debiera informar el organismo oficial sería de $328,98. Es decir que una familia tipo habría necesitado $1.016,54 ($8,20 por día por persona).
Para las estimaciones del Defensor del Pueblo de Córdoba la CBA ascendió a $1.082,99 por lo que aumentó respecto al
mes anterior en 2,07%, totalizando un incremento anual del 16,46% (Azul: CBADR,
Rojo: INDEC, Verde: Defensor del Pueblo de Córdoba).
Los mayores aumentos anuales los he registrado en los rubros Té (102%) Hortalizas
(87%) y Dulces (91%). A continuación, las variaciones interanuales.
En publicaciones anteriores del blog ya hice referencia a la idea
monetarista (simplista a mi modo de ver) de la inflación generada por la
impresión de billetes, aunque en los meses próximos continuaré sumando más elementos
a este debate. Claramente Federico Sturzenegger (Unión PRO) expresa esta
postura al decir “es una pena
esta aceleración (de la inflación), porque complica al Gobierno que viene y
además muestra que la política monetaria de Alejandro Vanoli nos lleva a una
aceleración de la suba de los precios al consumidor”.
Por oro lado, cuando alguien dice que el proceso inflacionario es una
máquina generadora de pobres (ej: Pablo Tonelli de Unión PRO), también refiere
a una visión simplista. En realidad la inflación es parte de un complejo
proceso económico capitalista donde muchas variables continuamente se
relacionan y cambian. No vivimos en un mundo donde lo único que cambian son los
precios y las demás variables permanecen inalteradas. Tampoco un proceso
inflacionario de este tipo puede impedir, per se, un desarrollo capitalista. He
mencionado en otras publicaciones cómo H J Chang nos muestra ejemplos de países
capitalistas que se desarrollaron en contextos de inflación promedio al 40 %
anual por dos décadas (Brasil y Corea).
En cuanto a las propuestas políticas, puede que la reducción del IVA de
productos básicos colabore con la reducción de la pobreza. También es posible
que el “combate” o control a los oligopolios (que tienen la capacidad de
administrar precios en pos de sus beneficios) sea una medida que alivie el
proceso de descarte de los de abajo (típico del sistema económico en el que
vivimos). Pero éstas medidas duran por un tiempo y parecen inútiles, el mismo
sistema renueva su fuerza descartadora y desigualadora, y en poco tiempo se
tienen que pensar nuevas estrategias para reducir la pobreza y la desigualdad.
Más radical y de más largo plazo (o estructural), aunque (lamentablemente y por ahora)
dentro del sistema capitalista, sería la distribución de la tenencia de la
tierra, la cual es un recurso fundamental para cubrir las necesidades básicas
de vivienda y alimento. En este sentido, teniendo en cuenta cómo se manejan los
gobiernos capitalistas y sabiendo que la tierra de los países latinoamericanos es
un recurso esencial para el desarrollo de la acumulación mundial, no queda otra
que la lucha organizada de los de abajo; como lo hacen colectivos barriales,
inmigrantes, indígenas y campesinos. Ellos entienden que la tierra y la vida no
se pueden disociar. Si la tierra es de otro, tendremos que vivir como quiere
ese otro; pero si la tierra es nuestra, la vida también.
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