INDEC sigue sin difundir el IPCNU, para la Dirección de la Ciudad de
Buenos Aires en enero la inflación fue de de 29,6% (ver).
Por su parte, el IPCDR aumentó en 6,233% mensual, alcanzando un 28,068% anual (el año 2015 había
cerrado con un 23,905%). Los mayores
aumentos entre ene-16 y ene-15 los he registrado en Recreación y turismo (209,09%),
Fiambrería (149,54%) y Librería (134%).
A continuación muestro las series comparadas desde dic-12. Donde queda
claro el golpe inflacionario que significó la importante devaluación de enero
de 2014, puesto que todas las estimaciones dan un salto a valores más elevados.
Y también el nuevo proceso devaluatorio iniciado en diciembre pasado con el
cambio de gobierno.
En cuanto a la canasta básica de alimentos (CBA), la medición propia
muestra un incremento de 22,78% respecto a enero del año anterior. La CBA de un
adulto (representativo) ascendió a $985,20
por lo que subió en 1,65% en el último mes, es decir que una familia compuesta
por un matrimonio “tradicional” y dos hijos necesitó $3.044,27 en enero pasado para no ser indigente ($24,55 por día por
persona). Para las estimaciones del Defensor del Pueblo de Córdoba la CBA
ascendió a $1.342,14 por lo que aumentó
respecto al mes anterior en 6,68%, totalizando un incremento anual del 32,43% (Azul:
CBADR, Rojo: INDEC, Verde: Defensor del Pueblo de Córdoba).
Los mayores aumentos anuales los he registrado en los rubros Aceites (88%),
Sal fina (58%) y Yerba (73%). A continuación, las variaciones interanuales.
Continúa el panorama desalentador para aquellos que reciben ingresos
fijos. Al presente, por las medidas de política ya tomadas y, hacia el futuro,
al escuchar a los responsables de la política económica. En los discursos, el
mensaje a los empresarios es de exaltación, “con la administración anterior
ustedes sufrían por tal cosa, ahora vamos a mejorar el panorama, el clima de
inversión y la confianza para que a la Argentina le vaya bien”. Mientras que al
dirigirse a los trabajadores, “tenemos que hacer un sacrificio para que
volvamos a la senda del desarrollo”. Mi rechazo a la teoría del derrame es que
se nos dice que si a los de arriba les va bien, en un tiempo futuro esa
abundancia llegará a los de abajo. Pero, además de que ese tiempo futuro de
abundancia no llega, ¿Por qué son los de abajo los que tienen que sacrificarse
y esperar?
En el Evangelio de Lucas hay un pasaje enfocado en la misericordia del
Padre pero con algunos trazos de política económica. Hay un país en crisis (Lc
15, 14), el trabajador, que tiene hambre, es un cuidador de cerdos (los cuales se
asemejan a la idea de capital en el proceso productivo del mundo actual), pero
la riqueza se destina a cuidar los cerdos (Lc 15,16), a cuidar el capital,
mientras que en la casa del Padre los trabajadores tienen pan de sobra (Lc
15,17). El relato del trabajador y los cerdos es ampliamente repetido a lo
largo de la historia, e intuyo que se ha fortalecido en la era capitalista.
Siempre el sacrificio lo hacen los mismos.
Es que la discusión de fondo no es si los precios suben más o menos
rápido, sino cómo se reparte la torta, quiénes se benefician y quiénes se perjudican
en la transferencia de ingresos propiciada por la administración de la economía.
Como me apuntan algunos compañeros economistas, cuando se quiere hablar de la
evolución de los precios inmediatamente entra en discusión el salario, pero
también tenemos que meter en esa discusión la ganancia empresaria, la mayoría de
las veces esto se olvida.
¿Qué tal si, en vez de asegurar ganancias empresarias y luego formar una
mesa para discutir el salario, invertimos el orden de los factores? Primero que
los trabajadores aseguren su salario y luego formamos una mesa de diálogo para
discutir la ganancia empresaria.
El mundo capitalista no tiene rostro humano, como nos cuenta el
Evangelio de Lucas en la casa del Padre, y el cuidador de cerdos no es
prioridad. Al trabajador no le queda otra que resistir y luchar para que, de
una vez por todas, la crisis la paguen los cerdos.
Qué clarito tu informe, Pablo. Y transparente tu pensamiento. Me pregunto cuántos trabajadores más necesitan perder su lugar en la mesa de los hijos para ponerse de pie y tomar lo que por justicia le corresponde.
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