Para un análisis de la inflación en nuestro país, realizo el seguimiento de
cuatro mediciones distintas que se detallan a continuación:
1)
IPC INDEC
Es el indicador del organismo oficial que se publica todos los meses en su
página web que, en el mes de marzo de 2020, mostró un crecimiento interanual de
48,357%.
2)
IPCDR
La estimación propia mostró un incremento interanual de 52,817%, donde los mayores aumentos
entre mar-19 y mar-20 los he registrado en “Comunicación” (140,02%), “Vivienda,
agua, electricidad, gas y otros combustibles” (88,12%) y en “Alimentos y
bebidas no alcohólicas” (60,93%). Aquí la tabla completa de las variaciones
interanuales por rubro:
Rubro
|
IPCDR anual
|
Alimentos y bebidas no alcohólicas
|
60,93%
|
Bebidas alcohólicas y tabaco
|
57,06%
|
Prendas de vestir y calzado
|
53,71%
|
Vivienda, agua, electricidad, gas y
otros combustibles
|
88,12%
|
Equipamiento y mantenimiento del
hogar
|
54,23%
|
Salud
|
33,29%
|
Transporte
|
46,33%
|
Comunicación
|
140,02%
|
Recreación y cultura
|
11,64%
|
Educación
|
0,52%
|
Restaurantes y hoteles
|
1,83%
|
Otros bienes y servicios
|
40,30%
|
3)
IRP
Para tener un dato más y comparar también con una medición alternativa a la
oficial, sumo la medición del Índice del Relevamiento de Precios (IRP) que
realiza el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala. En
enero 2020 la inflación anual, según este índice, ascendió a 54,10%.
4)
INDEC%DR
Es la inflación que surge de combinar la información del INDEC con las
proporciones de gasto de mi hogar. En la tabla siguiente tomo la inflación por
rubro que publica el INDEC para la región pampeana (primera columna), que
difieren de las observadas por mí. En la segunda columna utilizo las
ponderaciones de esos rubros según las compras de mi hogar (que son distintas a
las ponderaciones del INDEC). En la tercera, el aporte a la inflación
resultante (producto de las dos columnas anteriores). Al sumar estos aportes a
la inflación por rubro, se obtiene la inflación propia calculada con las
variaciones de precios del INDEC, pero con las ponderaciones acordes al gasto
de mi hogar (INDEC%DR). Como vemos, la inflación de mi hogar sería del 48,67% anual.
Rubros INDEC
|
Inflación INDEC
|
Ponderación
|
Aporte al IPC
|
Alimentos y bebidas no alcohólicas
|
51,9%
|
25,11%
|
13,03%
|
Bebidas alcohólicas y tabaco
|
46,4%
|
2,44%
|
1,13%
|
Prendas de vestir y calzado
|
55,4%
|
3,90%
|
2,16%
|
Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles
|
26,9%
|
11,15%
|
3,00%
|
Equipamiento y mantenimiento del hogar
|
55,4%
|
4,67%
|
2,59%
|
Salud
|
61,7%
|
7,46%
|
4,60%
|
Transporte
|
50,0%
|
31,87%
|
15,93%
|
Comunicación
|
59,6%
|
2,22%
|
1,32%
|
Recreación y cultura
|
46,3%
|
0,85%
|
0,39%
|
Educación
|
37,0%
|
5,12%
|
1,89%
|
Restaurantes y hoteles
|
47,3%
|
2,35%
|
1,11%
|
Otros bienes y servicios
|
52,3%
|
2,87%
|
1,50%
|
INFLACIÓN ANUAL INDEC CON PROPORCIONES PROPIAS
|
48,67%
|
TABLA
A continuación se
muestra la tabla comparativa de estas mediciones
Tabla de inflación
a marzo de 2020
FUENTE
|
Inflación mensual
|
Inflación acumulada 2020
|
Inflación anual
|
IPCDR (mi hogar)
|
5,69 %
|
16,30 %
|
52,82 %
|
3,34 %
|
7,80 %
|
48,36 %
|
|
IRP
(*)
|
2,91 %
|
2,91 %
|
54,10 %
|
INDEC%DR
|
3,00 %
|
7,43 %
|
48,67 %
|
(*) Los valores
están actualizados a Enero 2020
GRÁFICO
A continuación
muestro la gráfica de las series comparadas desde dic-13. Agrego la serie de
Ciudad de Buenos Aires (IPCcaba) para los meses en que no hubo publicación por
parte del INDEC del dato anual a nivel nacional. (Azul: IPCDR, Rojo: INDEC,
Rojo punteado: IPCcaba, Verde: IRP, Negro: INDEC%DR).
No se llama especulación, se llama capitalismo
Si bien los datos de inflación que se acaban de publicar son
del mes pasado, donde sólo en los últimos días de marzo fue declarado el aislamiento
preventivo y obligatorio, ya podemos ver el efecto que esto tiene sobre los
precios de algunos productos esenciales para la vida y la salud. No sólo por
los problemas en el transporte de algunos alimentos, sino también por los
comportamientos especulativos que aparecen en cualquier economía capitalista
con actores formadores de precios en la cadena de producción.
Resulta obvio aquí que el fruto del proceso productivo, el
bien o servicio final, es propiedad del capitalista. Quien es dueño/a de los
medios de producción, contrata fuerza de trabajo y obtiene como resultado un
producto. ¿Alguien puede decirle a ese propietario qué hacer con ese producto?
¿Quién puede obligarle a vender su mercancía en determinado momento y a un
precio fijado? ¿Hasta dónde pueden actuar las organizaciones de
consumidores/as? La única opción legal es la intervención del Estado y, sabemos,
aún así existen diversos mecanismos para saltarse legal o ilegalmente tal
intervención. ¿No queda claro que la especulación es una de las herramientas
del capitalismo para que quienes puedan ejercerla obtengan mayores ganancias en
un determinado escenario social y económico? ¿No queda claro que la
especulación es un arma y una posibilidad del sistema económico que tenemos?
No se llama descuido
de la naturaleza, se llama capitalismo
En estos días da vueltas por los diferentes discursos el
planteo de la dicotomía entre la vida y la economía, muchas/os especialistas
nos dicen que las enfermedades que padecemos tienen mucho que ver con la
expansión de la frontera agropecuaria, la depredación de ecosistemas, la
mercantilización de la vida natural; mientras vemos que el freno a la
producción ha provocado un “descanso” a la tierra (en aquellas áreas donde se
estableció el freno a la producción).
Si el capitalista es dueño de sus medios de producción y de
su dinero, ¿quién puede impedirle comprar bienes que provienen de la tierra
para llevar a cabo su proceso productivo? ¿Cómo se le ponen límites? ¿Con
cuántos recursos cuentan las organizaciones campesinas, ambientales y pueblos
originarios para llevar a cabo una disputa? Es verdad que los Estados regulan
estas actividades, pero también hay que decir que son bastante permisivos. Si
existe una dicotomía entre la naturaleza y la economía, ¿no se debe ello a que la
economía capitalista, tal y como la conocemos, es una economía que mata? ¿Acaso
no resuenan más obvias las demandas de organizaciones sociales del tipo “el
agua vale más que el oro”, “nuestras vidas valen más que sus ganancias”, “paren
de fumigarnos”, etc.?
¿Cómo seguimos?
Las respuestas
desde los gobiernos vienen siendo no solo insuficientes en el contexto de
recesión, informalidad y precarización del trabajo, caída de los salarios
reales, sino que además no aparecen en la escena las discusiones sobre los
problemas estructurales de una sociedad desigual, de un sistema económico que
excluye y mata, de una forma de producción que depreda el ecosistema y arrasa
con las condiciones de vida de comunidades que pelean por un espacio geográfico
digno.
La protesta y la
organización social desaparecieron en el contexto de aislamiento, en muchos
casos los/las trabajadores/as ven cambiada su
modalidad e intensidad de trabajo pero se firman acuerdos salariales a
la baja sin consenso democrático con las bases, la precarización se discute
poco y las energías se ponen en cumplir con las exigencias de la patronal.
¿No es momento de cuestionar
profundamente la vida enajenada que llevamos? Este momento de encierro, ¿no es
el propicio para revalorizar las cosas que realmente son importantes y que este
sistema descuida y destruye? ¿Será posible que empecemos a convencernos de que
las vidas, y la dignidad de las mismas, son más importantes que los negocios de
los de siempre? Los escenarios cambian pero las palabras de Antonio
Gramsci siguen siendo urgentes: "Instrúyanse,
porque necesitaremos de toda nuestra inteligencia; conmuévanse,
porque necesitaremos todo nuestro entusiasmo; organícense, porque necesitaremos
de toda nuestra fuerza"
No hay comentarios:
Publicar un comentario