martes, 20 de noviembre de 2018

Quien le tiene miedo a la gente, no puede ser economista


El IPCDR se calcula en base a los precios de los bienes y servicios que compramos en mi propio hogar, INDEC para su IPC toma un conjunto de bienes y servicios diferente. Es decir que, en el IPCDR, tanto los artículos como el peso de cada uno en el gasto total son propios de mi hogar. También hay diferencias metodológicas; en el IPCDR los ponderadores se actualizan mes a mes, porque en mi hogar hay cosas que dejan de comprarse y cosas que son novedad. Concretamente, en la ponderación del IPCDR únicamente se tienen en cuenta todos aquellos bienes y servicios que hayan sido comprados en los últimos doce meses.
A partir de ahora, para tener un dato más y comparar también con una medición alternativa a la oficial, sumaré la medición del Índice del Relevamiento de Precios (IRP) que realiza el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala.
Tabla de inflación a Octubre de 2018
FUENTE
Inflación mensual
Inflación acumulada 2018
Inflación anual
IPCDR (mi hogar)
7,32 %
42,33 %
61,96 %
5,4 %
39,5 %
45,9 %
5,54 %
38,8 %
45,09 %

Para las estimaciones propias, los mayores aumentos entre oct-17 y oct-18 los he registrado en Prendas de vestir y calzado (121,6%), Restaurantes y Hoteles (108,02%) y Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (104,36%) (He adoptado la misma clasificación de rubros del INDEC).
A continuación muestro las series comparadas desde dic-11 donde se observa que el dato interanual observado en octubre de 2018 es el más alto de la serie. Agrego la serie de Ciudad de Buenos Aires (IPCcaba) para los meses en que no hubo publicación por parte del INDEC del dato anual a nivel nacional. (Azul: IPCDR, Rojo: INDEC, Rojo punteado: IPCcaba, Verde punteado: IRP). La pequeña serie violeta se explica más abajo; se refiere a la inflación anual si el INDEC tomara mis proporciones de gasto actuales en lugar de la canasta representativa de base 2004.

¿Por qué la inflación propia es mayor a la de INDEC?
Una manera ordenada de estimar la inflación es: 1) separar el consumo total en rubros; 2) calcular qué proporción representa cada uno de esos rubros en el gasto total (esto se llama ponderación); 3) calcular la variación de precios en cada uno de esos rubros (inflación por rubro); 4) Multiplicar en cada rubro la ponderación por la inflación por rubro (aporte a la inflación por rubro); 5) Sumar los aportes a la inflación por rubro.
En la tabla siguiente tomo la inflación por rubro que publica el INDEC para la región pampeana (primera columna), que difieren de las observadas por mí. En la segunda columna utilizo las ponderaciones de esos rubros según las compras de mi hogar (que son distintas a las ponderaciones del INDEC). En la tercera, el aporte a la inflación resultante (producto de las dos columnas anteriores). Al sumar estos aportes a la inflación por rubro, se obtiene la inflación propia calculada con las variaciones de precios del INDEC, pero con las ponderaciones acordes al gasto de mi hogar. Como vemos, la inflación de mi hogar sería del 55,06 % anual (mayor al 46,4% que informa el INDEC para la región pampeana). Esta discrepancia se da por las diferentes ponderaciones.

Rubros INDEC
Inflación INDEC
Ponderación
Aporte al IPC
Alimentos y bebidas no alcohólicas
46,7%
22,19%
10,36%
Bebidas alcohólicas y tabaco
23,5%
1,97%
0,46%
Prendas de vestir y calzado
28,9%
4,51%
1,30%
Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles
68,8%
14,91%
10,26%
Equipamiento y mantenimiento del hogar
47,6%
4,61%
2,20%
Salud
39,0%
4,95%
1,93%
Transporte
70,7%
32,49%
22,97%
Comunicación
47,9%
2,05%
0,98%
Recreación y cultura
42,0%
0,66%
0,28%
Educación
27,9%
4,72%
1,32%
Restaurantes y hoteles
36,3%
2,42%
0,88%
Otros bienes y servicios
47,0%
4,52%
2,13%
INFLACIÓN ANUAL CON PROPORCIONES PROPIAS
55,06%
Canasta Básica de Alimentos (CBA)
El INDEC, en 2016, cambió la forma de medir la Canasta Básica de Alimentos (CBA), alterando la composición en algunos rubros, incorporando más alimentos (como manteca, fiambres, condimentos y yogur) y bebidas (en particular alcohólicas, como la cerveza y el vino). Esto hace que la nueva CBA resulte más cara que en el cálculo anterior y, por tanto, se incrementa la cantidad de personas que caen por debajo de las líneas de indigencia y pobreza, únicamente por el cambio metodológico.
La CBADR es una estimación propia del valor de la canasta que mide el INDEC. Es decir, se toman los mismos bienes con sus respectivos volúmenes y se valúan a los precios promedio del mes con los que nos hemos encontrado al realizar las compras familiares.
Tabla de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) a Octubre de 2018
FUENTE
Nivel CBA
Variación mensual
Variación anual
CBADR (mi hogar)
$ 2.345,09
4,24 %
30,59 %
$ 2.931,88
8,53 %
43,06 %
$ 2.807,57
6,81 %
46,56 %
(*) El dato es de septiembre de 2018
INEDEP es el Instituto de Estadísticas del Defensor del Pueblo de Córdoba
Es decir que, siguiendo las estimaciones propias, la canasta básica familiar más comúnmente utilizada ascendió a $ 7.246,34 en octubre de 2018. Dicho monto representa el volumen de ingresos que, como mínimo, necesitó un grupo familiar para poder comprar los alimentos mínimos necesarios y no ser indigente ($58,44 por día por persona). (A continuación se muestran; Azul: CBADR 2016 (nueva metodología), Azul punteada: CBADR (metodología anterior), Rojo: INDEC, Verde: Defensor del Pueblo de Córdoba).

Los mayores aumentos anuales los he registrado en los rubros Vinagre (210%), Otras harinas (173%) y Harina de trigo (173%). A continuación, las variaciones interanuales.

El péndulo argentino
En el año 1983 Marcelo Diamand escribe un texto clásico: “El péndulo argentino, ¿hasta cuándo?” (Disponible aquí) donde trabaja con lo que él llamaba “estructura productiva desequilibrada” y aplica para el caso de Argentina. El péndulo argentino se da “entre dos corrientes antagónicas: la expansionista o popular y la ortodoxia o liberal” (Diamand, 1983 p.1).
La corriente popular en su intento de distribuir el ingreso y propiciar el pleno empleo utiliza políticas como el aumento de salarios nominales, el control de precios, la fijación del tipo de cambio y de tarifas de servicios públicos, y el sostenimiento del nivel de demanda agregada con el gasto público (Diamand, 1983 p.1). Ese auge no dura mucho, se termina al reaparecer la histórica restricción externa o crisis de balanza de pagos. La propia estructura productiva de argentina (con un sector primario exportador tecnológicamente avanzado y un sector industrial tecnológicamente más atrasado y que necesita de importaciones para producir) hace que el crecimiento económico desemboque en un problema de falta de divisas y el ciclo de acumulación no pueda continuar.
La caída de la corriente popular provoca un vuelco a la ortodoxia donde se pone el acento en el orden de las cuentas públicas, la disciplina, la eficiencia, el ahorro, la confianza, la atracción de capitales del exterior y las virtudes del sacrificio popular. Las políticas incluyen devaluación, aumento de ingresos agropecuarios, caída del salario real, drástica restricción monetaria, recesión y un deliberado esfuerzo de atraer capitales (tasa de interés en dólares). Si bien es cierto que en un principio pueden ingresar capitales extranjeros (con la ayuda del préstamo internacional y el FMI), cuando la crisis de confianza aparece, los capitales se fugan, se agudiza la crisis de falta de divisas y se cae en una recesión más profunda que incluye caída del salario real, más devaluación y más inflación (Diamand, 1983 pp.2-3). Una vez que la devaluación y la caída de los salarios reales fueron suficientes para restablecer la ganancia capitalista, comienza un nuevo ciclo con la corriente popular y un nuevo periodo de acumulación.
En mi opinión, este vuelco a la ortodoxia no empieza en diciembre de 2015. Diría que en esa fecha la ortodoxia se agudiza y se hace evidente. Pero la caída del salario real, la recesión y la devaluación son anteriores, con el caso paradigmático de 2014 con fuerte devaluación y ajuste monetario. Y recordemos que la entonces presidenta CFK al comienzo de su segundo mandato dejó de hablar de “modelo de acumulación y distribución” para hablar de “sintonía fina” que incluía, entre otras cosas, el evidente y constante deterioro del salario real.
La presencia del FMI como actor político y sus exigencias
Los planes de estabilización y el endeudamiento externo acumulativo que lleva a cabo la corriente ortodoxa ponen en el escenario político al FMI como un actor fundamental, digitando la política económica del país. Para Diamand, el FMI exige que se mantenga la iliquidez de la economía por tres motivos (Diamand, 1983 p.16): 1) para mantener la necesaria recesión, ya que un crecimiento de la economía haría crecer las importaciones y el país utilizaría las divisas para importar y no para pagar deudas; 2) para mantener un tipo de cambio alto que motive al sector primario exportador (precios altos en relación a los precios internos industriales y a los salarios), ya que es el sector que genera las divisas necesarias para pagar deudas en dólares; 3) como un mecanismo de atracción de los capitales del exterior, para generar divisas por la vía financiera.
La obsesión por la reducción del déficit fiscal financiado con emisión monetaria se debe al “temor al efecto reactivante que anularía los mecanismos recesivos necesarios para equilibrar el sector externo” (Diamand, 1983 p.17). Es decir que, la política de contracción fiscal, reducción del poder de compra y restricción monetaria no provoca una recesión por error. Se trata de un paquete de políticas decisivas, y por eso  controladas por el FMI, incluso desde una oficina propia en el Banco Central.
¿Cuáles son los antagonismos?
Diamand describe el péndulo argentino como un ir y venir entre dos corrientes o modelos antagónicos. Pero cuando se analiza el sistema capitalista (sea en Argentina o cualquier otro país), con Marx uno descubre que, más allá de muchas cosas que se nos presentan en la superficie y que nos brindan una apariencia de cómo son las cosas, en el fondo el antagonismo es de clase.
Tanto si la política argentina es manejada por la corriente popular o por la ortodoxa, el devenir histórico, y más allá de los ciclos, encuentra a una clase dominante siempre más beneficiada y que tiene las instituciones, regulaciones y marcos legales que le permiten avanzar en su proceso de acumulación. Sin importar el régimen de acumulación, y las características particulares que pueda tener ese proceso en los diferentes momentos históricos, siempre esa acumulación se produce a costa de la explotación de la clase trabajadora.
Claro es que, para la clase trabajadora, no es lo mismo un proceso popular donde la acumulación se produce en un contexto de crecimiento del salario real y del poder de compra, que un proceso de ajuste. Pero si las condiciones estructurales y políticas del país determinan estos ciclos,  a la larga la clase trabajadora se encuentra cada vez más explotada, incluida la intensificación de la jornada laboral y la precarización.
El capital va más allá
No sólo el capital, al decir de Suzanne de Brunhoff, cuenta con un sistema financiero cada vez más fortalecido que le permite llevar a cabo la sobreexplotación de la fuerza laboral, sino que además podemos destacar tres tipos adicionales de explotación:
Como el sistema capitalista en Argentina se desarrolla bajo un modelo productivo donde el sector generador de divisas se basa en el agronegocio y el extractivismo, aparece la consecuente sobreexplotación ecológica, la concentración de la tenencia de la tierra y el desplazamiento de migrantes al interior de las fronteras del país.
Como el sistema capitalista en Argentina ni si quiera en los periodos de mayor acumulación logra incorporar al sistema formal de trabajo a una gran masa de personas laburantes, aparece la consecuente sobreexplotación de las trabajadoras y trabajadores de la llamada economía popular que con las distintas labores que realizan sostienen y subsidian la acumulación capitalista.
Como el sistema capitalista en Argentina (como en el mundo) es intrínsecamente patriarcal, las mujeres y personas de identidad sexodiversa no sólo son más explotadas y discriminadas en el mercado laboral sino que además llevan a cabo la mayor carga de los trabajos de cuidados no remunerados que sirven de subsidio a la acumulación capitalista.
Sobre la formación de economistas
Muchas veces a las personas que analizamos la economía se nos pregunta ¿cuál es la solución a la crisis? ¿Cómo se sale de esta? Nuestra formación nos hace pensar en políticas públicas pensadas desde un marco teórico de referencia. No está mal. Pero creo es insuficiente.
Quiero dejar claro que las diferentes formas de explotación del capital que describo no lo hago porque sea un especialista académico en cada uno de esos temas. ¡Ni por asomo! (Las especialistas podrán dar cuenta de eso.) Incluso quedarán algunas formas de explotación que no escribo aquí.
Es que una formación meramente académica nos impondrá un serio límite para comprender verdaderamente las realidades sociales. Sabemos que para aprender e investigar necesitamos leer las experiencias de otras personas pero también es sumamente necesaria la experiencia propia, y no me refiero a tomar datos y calcular parámetros e indicadores, me refiero a compartir y palpar esas realidades diversas que llevan a la gente a organizarse en sindicatos, asambleas campesinas, trabajadoras de la economía popular, organizaciones feministas y de sexualidades diversas. Parafraseando a Marx, quisiera que las personas que estudiamos la economía no nos cerremos en interpretar la realidad social únicamente, porque de lo que se trata es de cambiarla. Ayer 19 de noviembre Nacho Levy, director de la revista villera La Garganta Poderosa, decía que un periodista que le tiene miedo al pueblo, a la gente, no puede ser periodista. Con él yo manifiesto, también, que una persona economista que le tiene miedo a la gente no puede ser economista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales

Córdoba, Argentina
Licenciado en Economía. Desempeño tareas de docencia, extensión e investigación en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Córdoba